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Según la Ley N°20.584
“El SIBO (Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado) es una condición en la que hay un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado. En condiciones normales, mientras que el intestino grueso contiene una gran cantidad de bacterias, el intestino delgado tiene una cantidad limitada. Sin embargo, en el SIBO, estas bacterias proliferan en exceso en el intestino delgado.
Entre los principales síntomas se encuentran: dolor y distensión abdominal, pérdida de cabello, disminución involuntaria de peso, estreñimiento o diarrea. Aunque no se conoce una causa específica, se sabe que el SIBO tiene un origen multifactorial. Puede estar relacionado con problemas de motilidad intestinal, una anatomía intestinal deficiente, el uso prolongado de ciertos medicamentos, un sistema inmunológico debilitado o enfermedades inflamatorias intestinales. Esta condición genera un desequilibrio en la flora intestinal, lo que afecta la calidad de vida y puede derivar en una mala absorción de nutrientes esenciales como calcio, hierro, vitamina B12 y algunas vitaminas liposolubles. También puede provocar intolerancias alimentarias, lo que restringe el consumo de alimentos importantes para la salud.
Se debe consultar a un especialista cuando los síntomas persisten, hay hinchazón constante, o se presentan nuevas intolerancias alimentarias. El SIBO se diagnostica mediante un test de aire espirado, donde se mide la producción de gases producidos por las bacterias en el intestino delgado tras la ingestión de una solución de carbohidratos.
El tratamiento para el SIBO incluye el uso de antibióticos para reducir el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, junto con modificaciones en la alimentación. Se recomienda seguir una dieta baja en FODMAPs, que son carbohidratos de cadena corta que incluyen alimentos como lactosa, gluten, algunas frutas, verduras, aderezos y salsas. Además, se utiliza probióticos para restablecer la flora bacteriana que se encuentra en desequilibrio.”